miércoles, 12 de enero de 2011

"Bello Amor"

Roqué, Gustavo Fernando
12 de Enero del 2011
Prov. de Buenos Aires


"Bello Amor"

  Uno frente al otro. Se miran, se miden. Creen saber lo que el otro piensa. Ella se muerde los labios, el se toca el pectoral izquierdo. En silencio, ambos gesticulan. Sueltan lágrimas, sonríen. Parpadean una y otra vez. Esperan, esperan algo del otro, eso que nunca llega. Ellos saben lo que los demás sabrán. Ellos creen que así los recordaran. El se asegura, ella sin dudas. El extiende su brazo y ella el suyo. El cierra los ojos mientras ella pronuncia la palabra “Amor”. Ella gatilla dos veces pero él se deja caer. Ella llora pero él no se despidió. Ella sufre, aunque él, nunca lo hará. 

lunes, 3 de enero de 2011

Los Laberintos...

 Roqué, Gustavo Fernando
 03 de Enero del 2011
Prov. de Buenos Aires

¿Porqué siempre lo mismo? ¿Porqué recaigo en el mismo laberinto? ¿Seré Teseo dispuesto a enfrentar al monstruo que se levanta tras los muros deseoso de carne...? ¿O seré aquel monstruo, Minos, que recorre su casa de lado a lado sin salida pero con muchas vías de escape donde no lo llevan más allá de la isla, su hogar? Constantemente me enfrento a esta especie de problemática en donde es al día de hoy que me encuentro parado sobre el mismo suelo, frio e incomodo. Mi mente se comporta de forma extraña frente a estas situaciones, mis yo se duelan para gobernarse aunque nunca hay un victorioso. De forma paralela mis actos no corresponden a la idea de levantarme sobre todo y todos y muero en pensamientos vagos que me conducen hasta aquí, no es el principio ni el final, solo es un punto del camino de mis días. Las obviedades desvanecen al intentar encontrarlas, las imágenes se vuelven aun más intangibles. Solo quedo yo y mi yo. Siempre lo mismo.
Cansado de esperar en los otros eso que me ayude. Nunca me ayudo y nunca lo hará si sigo en el mismo suelo.
Las oportunidades son muchas, pero desconozco el momento de aprovecharlas. Siempre lo mismo. Esto no es más que un ritual. Una danza de pensamientos cruzados con mi verdad y la realidad. Catarsis sobre un teclado. Ahora, vuelvo a dormir...

miércoles, 3 de noviembre de 2010

El Imperio de Dios...

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 Roqué, Gustavo Fernando
 03 de Noviembre del 2010
Prov. de Buenos Aires
El Imperio de Dios...


En los valles, se refleja la sequía abundante de la lluvia ajena a esos páramos. En los montes, los esqueletos de los animales muertos de sed y hambre que se retorcieron antes de partir. En las montañas se escucha el grito del viejo hechicero de la aldea que pide a Dios, comida, trabajo, salud, y paz entre los pueblos vecinos que atentan contra todo aquello que les parece extraño. El viejo paso  noches de invierno en los Andes suplicando. A los siete días, Dios habló. –Tu pueblo y mi pueblo y los pueblos del mundo no merecen mi regalo, pero por ser mis hijos y los tuyos, les concederé algo más valioso que lo que me pides... la sabiduría-.
El viejo  se alejó de las montañas en busca de su pueblo para dar la noticia. Luego de siete días de viaje llegó y la sorpresa se hizo ante sus ojos. Un imperio había nacido. Los hijos de sus hijos gobernaban las tierras de Dios y lo hacían a su antojo. Mataban gente y esclavizaban    pueblos vecinos y no tantos. Sacrificaban animales, como ofrendas a su nuevo Dios, embarazaban a mujeres de otros, quemaban las casas de los hombres y se emborrachaban con la sangre de los nietos. El viejo huyó de nuevo a las montañas.
-Que ah pasado mi señor, que a echo- pregunta el viejo sabio llorándole al cielo.
 -Como he dicho, regalé la sabiduría en todos los aspectos, los hombres comieron, bebieron, crecieron, mataron y esclavizaron por no saber utilizar mi poder... solo queda salvar a sus nietos de inmensas injurias... desaparecerá el reino del hombre como también la sabiduría que os otorguéis en lo que dura un Sol de invierno, y no sabrán lo que paso cuando despierten del sueño-.
Y así fue. El imperio se desvaneció, como un suspiro en el viento y el hombre fue menos sabio por creerse superiores entre sí.
  

miércoles, 6 de octubre de 2010

Del Bien y del Mal

Roqué, Gustavo Fernando
06 de Octubre del 2010
Prov. de Buenos Aires
Hubo un tiempo, en un mundo muy remoto y lejano, pero a la vez tan cercano como el amor y el odio, en donde el bien y el mal caminaban de la mano por valles, cielo y mar. Eran amigos, compañeros y hermanos, unidos por un crudo final, el mismo para ambos.

   En fechas festivas, en donde el hombre se dejaba llevar por sensaciones, sentimientos y deseos, el bien y el mal contemplaban el pasar de la felicidad y la tristeza, correteando por hogares ajenos, haciendo de sus travesuras un juego diario. El bien y el mal inseparables deciden descansar para luego, al otro día seguir con su trabajo. Se acostaron en las mentes de los seres vivos. El bien duerme tranquilo porque sabe que la seguridad lo acompañará en su día, la alegría lo despertará y la fuerza lo ayudará a emanar la virtud del hombre. El mal, sufría de insomnio, por que el miedo, la enfermedad y la oscuridad lo asechaban. Entonces, sin poder dormir el mal ve entre las sombras al orgullo. Este lo invita a jugar pero el mal no quería dejar a su amigo, el bien, durmiendo solo. El orgullo se va con el enojo a otra parte y fue en ese momento que el mal escucho hablar a la oscuridad.
-¿Que es lo que te ocurre?, ¿La debilidad y el miedo no se despegan de ti?- Pregunta la oscuridad.-Me iré con el orgullo y el enojo, para que veas que no estoy con débiles ni mucho menos con miedosos- Termina agregando la oscuridad.
El Mal se levanta y se va al encuentro de los demás.
   Caminó mucho, por bosques y praderas pero no los encontró. Perdió la noción del tiempo y se recostó en un árbol a descansar.  Cuando el radiante Sol del alba iluminó con esplendor al bien, este despertó contento y con ansias de trabajar. Al darse cuenta de que el Mal no se encontraba a su lado, la desesperación no lo inquieto, llamó a la calma y a la atención para que lo ayuden en la búsqueda de su fiel amigo.
  Buscaron, buscaron, hasta quedar agotados, pero no descansaron hasta encontrarlo.
  El Mal al despertar perdido, lloró de culpa, por dejar a su gran amigo el Bien. Sintió ganas de correr y eso hizo, corrió tanto que ya no sintió su corazón. Llegó hasta las más altas montañas para que el sufrimiento y la soledad lo condenaran.
   El Bien escuchó los gritos de dolor del Mal. Al llegar a los picos de las montañas vio a su amigo llorar y le preguntó porque estaba allí y con el dolor. El Mal le respondió.
-No dejes que te domine la inseguridad, la vergüenza habló de ti y me asusté mucho. Corrí hasta perderme, ahora no tengo perdón, no merezco que me llames amigo, soy como la decepción. Déjame aquí, me lo merezco- ¡No!, ven conmigo, vallamos juntos como siempre, yo no tengo que perdonarte, eres así y así te acepté, amigo mío, le dice el Bien al Mal. ¡Basta!, me sacrificaré para demostrarle al mundo de mi error, el Mal gritó con furia. No lo dudó, saltó al vacío y murió de pena. El Bien sintió el dolor y juró no regresar en cada ser de la tierra hasta que el Mal y el caminen nuevamente juntos, algún día de la mano como antaño lo hacían.
  Desde ese momento el hombre ya no sintió nada, solo quedó en él, el instinto que actuaba en su mente. Así, el Mal no volvió y el Bien se escondió hasta su regreso.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Verdad Consecuencia... Consecuencia de nuestra Verdad...


Roqué, Gustavo Fernando
26 de Septiembre de 2010
Prov. de Buenos Aires.

  La Verdad como Consecuencia de... y la Consecuencia como Verdad. Una es diferente a la otra.
  Como primera, encontramos a la verdad como consecuencia, que se refiere a los hechos que suceden en lo cotidiano y en lo natural de las cosas. La verdad o verdades absolutas no son más que simples argumentos y justificaciones de lo sucedido, de lo que sucede, y de lo que vendrá, aunque esta última verdad se la llame de otra forma; como ser premonición, presagio, etc.
Las verdades se van presentando frente al ojo humano como circunstancias reales y concretas, que sin embargo, cada ser la recibe como idea objetiva, recta, sin variaciones de los hechos o de manera subjetiva, obviando, descartando o simplemente simplificando la idea de la verdad, llevándola a convertirla en “su verdad”. Para él es absoluta.
  La Verdad sigue una línea como idea, que no se modifica aun cuando tiene una carga ideológica o sentimental. Uno no puede decir que la leche da vacas, o que el hombre hace a la naturaleza, porque es en absoluta que las vacas dan leche y que la naturaleza hace al hombre. Esta es una Verdad como consecuencia de un pasado, presente y un futuro consecuente a su pasado.
  Sin embargo, tenemos a la Consecuencia como Verdad, que es la subjetividad en su máxima expresión. Aquí nos encontramos con la carga y peso que el hombre ejerce sobre la verdad como absoluta dejándola con un efecto simple o devastador. Este tipo de verdad es muy utilizada por los sectores de poder, como ser, Medios de Comunicación, Gobiernos, Empresas, etc. Tan simple como un producto como el que compramos en el negocio cerca de casa. El comerciante lo expone y nosotros compramos. Si de diez comercios ocho solo venden un solo producto, se convertiría inmediatamente como lo absoluto y nosotros accederíamos y compraríamos. De la misma forma ocurre con la información, entretenimiento o show televisivo y demás. Al ser lo único o simplemente de un modo facilista, lo más cercano, uno ignora la diversidad de la verdad y compra lo primero que ve, como absoluto, como real. Así vive el hombre, rodeado de verdades, asimilando las circunstancias de acuerdo a su contexto, destruyendo otras por la necesidad de existir.

Roqué, Gustavo Fernando.

Diversidad en los Espacios de mi Mente

Roqué, Gustavo Fernando.
06 de Septiembre del 2009
Prov. de Buenos Aires.

Diversidad

   Hubo una noche, una tierna noche donde todo pareció real, el mecanismo de la materia sobrellevó las imágenes envolventes del paisaje angular. Un viaje, a lo oculto, que sembró plena curiosidad en mis allegados.
Siete lunas retoñas que duró un suspiro. No recuerdo el final, solo recuerdo los obstáculos.
Comenzó a ciento cincuenta y tres días desde el bisiesto, un viaje que recorrería rocosos desiertos, puros de soledad. Me encontré allí secado por el sol, por el aire y por el calor, sin provisiones, sin líquidos que saciaran mi sed. El día duraba quince minutos, la luz simplemente ojeaba al pasar por los acantilados. Caminaba, ya perdido por los valles. De a poco me deshojaba y mis lágrimas se secaban antes de tocar mis mejillas. El cielo de planetas marcaba el principio pero no donde se paraban mis pies. Caminaba, lento ya, y a lo lejos una cueva que llamaba al descanso.
No me apresuré, dejaba un corto espacio entre mis pasos, sin detenerme.
Aterrado por la oscuridad de la cueva, encendí unos cerillos, pero mi respirar sofocante interrumpía su escasa luz. El miedo comenzaba a paralizarme y cuando pude darme vuelta para iniciar la retirada ya no había entrada, mejor dicho no había salida. Me maticé con la dureza de las rocas, grité mucho, y mi propio eco me engañó hasta casi quebrar el endeble corazón. Perdiendo la timidez, comencé a dar los primeros pasos hacia una dirección incierta. El vacío del lugar inundaba mis pensamientos. Caminé día y medio según mi reloj cerebral, mis pies ya no soportaban el cuidado de pisar lo desconocido. Entre la miopía de mis ojos podía distinguir figuras en punta como estalagmitas, y fue entonces cuando luego de sorprenderme porque mi razón todavía respondía ante las circunstancias, pensé, las estalagmitas contienes minerales provenientes del agua, por ende, en esto, que lo llamé el estomago del diablo, cabía la duda de que hubiera agua. Desesperado pero tranquilo busque la fuente revitalizadora, cuando empezaba a sentir que las ropas se pegaban a mí como si fuera la propia piel, me hundí en un mar frío y deseado.-Era agua, es agua...-. Entre la desesperación de salir para no ahogarme y la felicidad de nutrirme, desvanecí. Podía pensar, creo que estaba consciente de mi muerte, y me dije -¿por que morir?-, abrí los ojos, por un segundo me quede paralizado,-puedo, no, no puedo respirar, pero no siento que mis pulmones adictos quisieran explotar. Nadé, demasiado, como si fuera un pez, ahí si perdí el tiempo, el hambre no me impedía nadar con libertad, y tampoco pensaba en el final. Algo llamó mi atención, una luz, un reflejo  que me invitaba a su descubrimiento.
 –Llegué-.  El reflejo se hizo a mis formas, un espejo que me reflejo sano, raro, pero infeliz. ¿Una señal?, quizás, hace tiempo que no me veía, pero, yo estaba demacrado, por la deshidratación y el hambre, en la imagen estaba perfecto, sin arrugas de antaño. Decidí tomar el espejo y cuando eso ocurrió la imagen se desvaneció. Inmediatamente apareció otro ser, extraño para mis ojos, murmuraba, y yo sin entender extendí mi mano hasta apoyarla contra el vidrio. Todo se nubló, el extraño ser se asusto, ¿Por qué? me pregunte yo. El nuevo visitante del otro lado se dio cuenta de algo que yo no. Mi mano traspaso el vidrio y paso hacia aquel mundo de rarezas como el ser que se encontraba allí. Hablamos de todo, planetas, estrellas, de su llamada tierra ubicada en una galaxia muy lejos de la mía, según mis cálculos. El extraño llamado… me invito a su mundo y le dije que sí pero que ahora estoy en medio de una misión, luego nos encontraríamos para conversar. Di media vuelta y me fui. El extraño desapareció junto con el espejo. Sentí un golpe en el corazón, la asfixia pensé, y nadé hacia la superficie oscura, al salir del agua retome la incierta ruta y seguí caminando. El extraño me hablo de una buena vida allí, me hizo dudar, pero debía continuar.
 Salí de la cueva, cinco lunas pasaron, creo, el horizonte se veía igual, valles, valles, y el cielo lleno de planetas y estrellas. Cuando en mi mente no cabía otra cosa que el regreso o el fin de este pasaje a la nada, entre los reflejos de la oquedad abundante el cielo desapareció. Ya no había nada, y las luces aparecieron, era mi hogar. Ascendí por los luceros, y en cuanto arribe mis superiores, hastiados de mi ingenuidad repitieron todos a la vez,- serás castigado por revelar los más ocultos secretos a seres inferiores. Tú has demandado al imperio a destruir a una civilización que no estaban en nuestros planes-.- ¡No!,- grité desesperado porque sabía que destruirían a mi nuevo y extraño amigo. Ya era tarde, su mundo fue destruido en los sueños humanos. El monopolio del imperio se había extendido absorbiendo un nuevo sistema planetario.    




 Roqué, Gustavo Fernando.